En este trastorno aumenta la intensidad con la que se vive el estimulo exterior. Los sonidos son vivamente oídos, los colores luminosamente vistos. Una teja roja parece una llama, el acto de cerrar una puerta retumba como cañonazo, el sonido del viento es tempestuoso.
A diferencia de la ilusión, este estímulo no necesariamente es mal interpretado, sino que se siente con una gran intensidad en el órgano sensorial.
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