Como el pensamiento tangencial que acabamos de ver se emparienta con el negativismo; el pensamiento escamoteador, en cambio, traduce una actitud oposicionista.
En ninguno de los dos la persona va al grano. Sin embargo, en el caso del pensamiento escamoteador, la relevancia del tema evitado es patente para el entrevistador. Tras la actitud del escamoteador hay una finalidad ganancial —su huir del tema en cuestión puede deberse a que le produce incomodidad, angustia, o a que así expresa enojo—, pero si el interlocutor logra quebrar sus propósitos, el sujeto entra de lleno en la materia de la cual intentaba evadirse.
No ocurre lo mismo frente al sujeto de pensamiento tangencial, cuya entrada en el tema evadido no depende de su interacción con el otro, sino de razones que muchas veces escapan a éste.

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