Son impulsos a realizar determinados actos que son vividos con el carácter de imperativos, frente a los cuales el paciente no se controla y de los cuales no se puede liberar, aunque no se encuentre forzado a realizarlos. Son impulsos absurdos para el paciente, habitualmente por las características del acto, como también por su persistencia incontrolable.
Comprobación: ir repetidamente a comprobar si está apagada la luz o el gas, o si la puerta está cerrada.
Impulsos a decir ridiculeces, palabras obscenas, etc., en una iglesia, o en reuniones serias.
Impulsos a contar o a calcular.
Impulsos a dañar a otro: clavar un cuchillo a su propio hijo o arrojarlo por una ventana, a arrojarse uno mismo al primer auto que pase, a lanzarse desde un balcón, a suicidarse. En estos casos, los impulsos casi nunca llegan a realizarse, pero inquietan y alteran intensamente al paciente en su lucha contra ellos. 221

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