Distinguimos varios tipos de ideas que podemos considerar normales, y que describimos a continuación.
Las ideas creencias, las ideas sobrevaloradas y las ideas supersticiosas son difíciles de evaluar en su rango de normalidad o de significación psicopatológica. Esta delimitación requiere de un juicio de contexto, que analizaremos con más detalle al referirnos a las ideas delirantes.
Describiremos los tipos de ideas que constituyen nuestro capital ideativo, formadas a partir de un juicio de realidad normal.
a. Ideas concretas
Tienen su fuente de origen en el sensorio (supuesta facultad interior que recibe e imprime cuanto envían los sentidos). Se refieren al conocimiento, captado por los sentidos, de todo lo que pertenece al mundo del sujeto.
Estas ideas concretas se elaboran mediante la formación de una imagen mnémica del objeto percibido. Dicha imagen favorece la representación mental del objeto en la conciencia. Y desde el momento en que la memoria ya ha fijado la primitiva imagen sensoperceptiva, ella también hace posible el rápido reconocimiento del objeto en caso de captárselo en un nuevo acto perceptivo.
El pensamiento que se construye con las ideas-imágenes se conoce con el nombre de pensamiento por imágenes o pensamiento sensoperceptivo. Este pensamiento concreto es propio de todos los seres en las primeras etapas de su evolución, tanto de los pueblos primitivos y salvajes como de los sujetos limitados intelectualmente.
b. Ideas mágicas
En la evolución del conocimiento, la aparición de las ideas mágicas marca una etapa de tránsito desde el mundo de lo concreto al de lo abstracto. Estas ideas se sustentan sobre una base incierta, en relación con hechos que pueden o no ser reales y que se adaptan a los siguientes principios:
“Cuando dos cosas son parecidas o presentan caracteres similares, se las considera como dotadas de las mismas propiedades” o “La proximidad de dos objetos, aun cuando totalmente diferentes, determina que se los considere recíprocamente influenciados, adquiriendo uno las propiedades del otro y viceversa”.
El razonamiento que da sustento a las ideas mágicas se estructura por analogías, y se apoya en el principio de finalidad. Los juicios con que opera el razonamiento por analogías son insuficientes o inmaduros; se limitan a considerar las semejanzas externas, esto es, se fundamentan en apariencias formales. Son propios de los niños, de los pueblos primitivos y salvajes. Así, con base en este modo de pensamiento, los pueblos primitivos atribuyen poderes e influencias extrañas a los objetos, por simples razones de vecindad o similitud. De allí los poderes atribuidos a los amuletos, los tabúes y todo lo concerniente a la magia y su mundo.
c. Ideas símbolos
De la individualización de la imagen mnémica propia de la idea concreta, se pasa a la generalización. Esta imagen genérica es lo propio de la idea símbolo. Por ejemplo, de la imagen mnémica de varias sillas, se extraen las cualidades propias de todas ellas y se crea la imagen genérica, que las involucra a todas.
Las ideas de este tipo se hacen cada vez más abstractas, hasta llegar al símbolo, el cual es un signo o señal por medio del cual se hace posible la representación de las ideas. Los símbolos pueden ser visuales, como en el caso de los símbolos del lenguaje escrito, los gestos del lenguaje mímico y todo tipo de señales de comunicación; o auditivos, como las palabras del lenguaje hablado, y todos los ruidos y sonidos convencionales con los que nos comunicamos.
Las ideas símbolos marcan una etapa decisiva en el tránsito del conocimiento desde lo concreto a lo prelógico y abstracto. Cuanto mayor sea la capacidad psíquica, mayor será la riqueza de los signos del lenguaje que, bajo la forma de ideas símbolos, proporcionan mayor vigor, fluidez de expresión y riqueza cognoscitiva.
d. Ideas abstractas
En la idea abstracta falta la representación mental objetiva que determina la construcción de la idea imagen. En este caso, el conocimiento se elabora merced a un razonamiento deductivo. Se basa en el principio de no contradicción o principio de identidad, según el cual un conocimiento no puede contradecirse en su esencia.
Para representar las ideas abstractas en la conciencia deben emplearse las palabras, las cuales, en el pensar humano, constituyen los símbolos que reemplazan a las imágenes objetivas.
e. Ideas intuitivas
Las ideas intuitivas son aquellas que emergen con carácter de verdaderas sin comprobación ni juicio previo. Nacen como consecuencia de una elaboración no consciente de los materiales, informaciones y experiencias acumuladas que, en un determinado momento, bajo el influjo de circunstancias especiales y al abrigo de corrientes afectivas, hacen su irrupción en el campo de la conciencia.
f. Ideas creencias
Son las ideas que se aceptan como verdaderas sin que ello esté avalado por una elaboración previa que permita aceptarlas como tales. Remiten a la confianza que se dispensa a un conocimiento no sustentado en un juicio, ya sea porque la inteligencia no alcanza a abarcarlo, o porque ha sido impuesto en la vida del individuo por razones afectivas y/o culturales. (87)
g. Ideas sobrevaloradas
Son convicciones acentuadas desde un estado afectivo de gran intensidad, y que son comprensibles en el marco de la personalidad y biografía de quien las sustenta. A causa de esa fuerte acentuación, que identifica la personalidad con la idea, estas convicciones son tenidas por el sujeto como verdades absolutas y excluyentes, más allá de su realidad (o falsedad) objetiva. No tienen su origen ni en percepciones ni en ocurrencias, sino en creencias y concepciones filosóficas, religiosas, políticas, éticas o científicas, en concordancia con las cuales el sujeto ordena y canaliza su actividad y su vida. Característico de las ideas sobrevaloradas es que ellas pueden pasar inadvertidas en ambientes donde la creencia que les dio origen es intensamente vivida.
h. Ideas supersticiosas
Son ideas de raíz cultural, compartidas por el grupo social portador de esa cultura, y que tienen el carácter de señales; esto es, son de alcance predictivo, por lo general referido a eventos desfavorables, que a su vez generan rituales evitadores, los cuales también tienen carácter supersticioso. Por su naturaleza, son afines al pensamiento mágico.