Es una alegría que compromete físicamente al paciente, dándole un aspecto que repercute intensamente en el observador, que puede llegar a verse contagiado por ella, arrastrado por la mirada picaresca, la frescura del rostro, una motricidad hábil, liviana y concordante con los contenidos de una locuacidad que fácilmente provoca risas; trasmite una alegría que tiñe el ambiente y contagia a sus auditores.

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