II.5.1.2.1. Retardo mental o compromiso precoz de la inteligencia

La Oligofrenia o síndrome oligofrénico (del griego poca mente) o frenasténico es una patología psíquica que consiste en una deficiencia mental grave como consecuencia de la interrupción del desarrollo de la inteligencia durante el periodo intrauterino o a muy corta edad. 

Algunos autores estiman que el uso del término oligofrenia por su propia etimología y uso histórico debería circunscribirse a un retraso mental provocado por causas físicas o patológicas, es decir, al retraso mental no provocado por falta de estímulos, sino por una causa orgánica, ya sea genética (trisomía 13, 21), perinatal (anoxia en el parto, uso de fórceps) o postnatal (traumatismos craneoencefálicos por accidentes). De este modo un retraso mental por deprivación ambiental no podría considerarse oligofrenia.

a. Inteligencia limítrofe (CI entre 79-70)

Se refiere al hecho que el CI está ubicado en un área intermedia entre el retraso mental y la inteligencia normal  (lenta).  Individuos que rinden en esta categoría presentan déficits en el funcionamiento intelectual, pero en una categoría menos severa que quienes tienen un retraso mental. 

La gran limitación de esta patología es la pobreza de pensamiento abstracto. Quienes la presentan son extremadamente funcionales y concretos en su razonamiento, el cual adolece de matices elaborados y profundos, caracterizándose por la simpleza y la superficialidad. En medios socioculturales de poca exigencia intelectual, es frecuente que pasen inadvertidos.

b. Retardo mental leve, CI 50-70

El paciente carece de pensamiento lógico-abstracto, es incapaz de deducir o de inducir, o de llevar a cabo procesos de análisis o síntesis. Si logra alcanzar una idea abstracta, ésta es muy limitada, malformada, y ligada a aspectos concretos y reales de la experiencia. Es lento en percibir los objetos que lo rodean y en entender las órdenes que se le dan, llevando a cabo captaciones aselectivas, sin distinguir lo esencial de lo accesorio. Estos pacientes son muy dependientes del ambiente. En relación al lenguaje, muestran un pobre caudal de palabras, con capacidad de comunicar deseos y afectos, pero con simpleza y superficialidad.

c. Retardo mental moderado, CI 35-49

El paciente es muy deficiente intelectualmente. No logra más que un pensamiento muy concreto, siendo incapaz de concebir conjuntos o elevarse desde una serie de observaciones particulares a un principio general. El nivel de lenguaje es muy pobre, con vocabulario restringido a términos corrientes que son empleados en una sintaxis elemental. El paciente usa este lenguaje para pedir lo que necesita, escasamente para expresar afecto. Entiende las situaciones de peligro y se protege.

d. Retardo mental severo, CI 20-34

Este compromiso es global y acentuado. Los pacientes caminan, tienen hábitos alimenticios elementales, con control ocasional de esfínteres. Su lenguaje es a base de palabras o frases simples, a veces meros gritos. Debido a su capacidad de comprensión rudimentaria, pueden obedecer ocasionalmente órdenes sencillas e inmediatas. No entienden las situaciones de peligro como tales, salvo las elementalísimos, como el fuego, por ejemplo.

f. Retardo mental profundo, CI menor de 20

Este nivel se caracteriza por la carencia o casi inexistencia de vida psíquica. Puede detectarse una vida vegetativa o unos actos elementales que surgen ocasionalmente y que hacen suponer una edad mental correspondiente a algunos meses. En su mayoría estos pacientes se muestran desconectados del medio ambiente.

g. Puerilismo

Los rendimientos intelectuales del paciente corresponden a los de un niño. El compromiso es transitorio dado que el cuadro es funcional. Corresponde a una de las formas de presentación del Síndrome de Ganser. Sus rendimientos intelectuales están groseramente distorsionados, muy contradictorios y disarmónicos.

Ejemplo

Un paciente que desempeñaba un cargo público de alto nivel, reacciona con crisis regresivas en las cuales su discurso es el propio de un niño de dos años, con un lenguaje elemental y balbuceante. El cuadro se inicia en relación a un súbito aumento de responsabilidades familiares.