En la práctica clínica nos surge la necesidad de cuantificar el compromiso de la inteligencia y en lo posible determinar cuáles son los factores alterados.
La inteligencia es una capacidad mensurable. Mientras más objetiva sea su evaluación, mayor utilidad nos prestará en el trabajo clínico. En este sentido, la aplicación de tests estandarizados es una herramienta de primera línea. Sin embargo, es útil que el clínico se oriente previamente sobre el estado de la inteligencia de un paciente, para confirmar si se justifica o no un examen más exhaustivo de ésta a través de un test. Tal es el objetivo principal del capítulo. Nos interesa que el terapeuta, más que dominar el uso y la aplicación de un determinado test de inteligencia, pueda evaluar a la inteligencia del paciente través de la entrevista y de la relación con él. Por eso revisaremos el test de Wechsler en una perspectiva circunscrita: sólo describiendo aquellas pruebas que ilustran las variables fundamentales de la inteligencia que el clínico debe saber usar en su relación con el paciente.
Entonces nos queda claro que por un lado, tiene gran valor la evaluación durante la entrevista clínica, o en condiciones en que la cuantificación de la inteligencia nos parece un detallismo innecesario (Método cualitativo). Pero tenemos que tener presente que, con la finalidad de que esta medición sea lo más objetiva posible, se han desarrollado pruebas psicométricas, denominadas comúnmente tests de inteligencia (Método cuantitativo).