El embotamiento de la conciencia es la disminución o retardo en el ritmo de las elaboraciones psíquicas, retardo que será más marcado cuanto mayor sea el compromiso.
a. Consecuencias del embotamiento
El embotamiento se manifiesta con consecuencias en diversos ámbitos.
- Atención. En el embotamiento la atención, muy fatigable, se hace difícil de mantener debido a su superficialidad e inestabilidad.
- Percepción. La captación de los estímulos se hace trabajosa, pues se entorpece la percepción, la cual es lenta, imperfecta, imprecisa y carente de nitidez. Al estar afectada la percepción, se interpretan mal los datos sensoriales; suelen aparecer ilusiones, especialmente ópticas.
- Comprensión. El paciente entiende órdenes sencillas y es capaz de obedecerlas, si bien con lentitud. Le cuesta comprender las preguntas. A veces no encuentra las palabras y, en general, no evoca bien los datos almacenados en su memoria.
- Orientación. En muchas ocasiones el paciente se muestra parcialmente desorientado, situación que se alterna con períodos de mayor lucidez. Al embotado le cuesta entender la situación témporo-espacial en que se encuentra, le cuesta reaccionar y, en caso de hacerlo, lo hace en forma desatinada y sin proceder como esperarían quienes lo rodean.
- Perplejidad. El obnubilado tiene muchas veces una expresión de perplejidad. Esta perplejidad proviene de la sensación de caos, de la vivencia de incapacidad de poner orden al transcurrir psíquico.
- Distracción. El obnubilado tiende a distraerse fácilmente; no tiene suficiente dominio de sí mismo. Tanto las impresiones que vienen del exterior como los sentimientos, representaciones y vivencias que provienen de la interioridad de la persona, no penetran a la conciencia, a menos que sean muy intensos.
- Memoria. Por lo anterior, en el estado de obnubilación el recuerdo es borroso e incoherente. La memoria está afectada, ya que la mala percepción dificulta la fijación de los estímulos; y si esta fijación se realiza, es superficial y poco nítida, por lo que la evocación se hace muy difícil y expuesta a numerosos errores.
- Pensamiento. Estos trastornos también perturban el curso del pensamiento, el cual se fragmenta y se constituye como un pensamiento con asociaciones irregulares, cada vez más desconectadas e ilógicas. Lo anterior aunque rara vez se llega a la franca incoherencia; más bien, en el embotado el pensamiento se empobrece y se va tornando confuso.
Citamos textualmente a Roa: “El paciente tiene difícil manejo del cuerpo; camina y se sienta pesadamente, muestra descuido en su aseo y arreglo personal, se desorienta al salir de la sala, habla de manera algo traposa, insegura, a veces disártrica. Las frases son breves, cortadas, poco coordinadas y perseverativas. Ante preguntas que envuelvan un mínimo de reflexión, fracasa, tarda mucho rato, o se angustia. Persevera en sus respuestas verbales o en las órdenes motoras. Si se le pide mostrar la lengua, pretende sacarla con la mano; si es tocarse una oreja, empieza a rascársela. Órdenes más complejas no las comprende. Carece de iniciativa verbal y entiende penosamente el interrogatorio, irritándose a ratos, aun cuando parece dispuesto a complacer. Sus respuestas son triviales, a veces aprobativas y muy ajenas a la pregunta. La mirada y la mímica impresionan como bovinas, los afectos parecen aplastados. Dejados en el patio a su arbitrio, permanecen sentados y dirigen la vista sin premura a una cosa u otra. Frente al médico se acomodan en la silla, miran los cuadros, la puerta; si se les mira, se sonríen o responden con una mirada y sonrisa bobas”.
b. Embotamiento leve (según Roa)
Son los grados leves de embotamiento los difíciles de precisar y que con frecuencia se prestan para largas discusiones diagnósticas. En los grados leves, los síntomas que hemos descrito pudieran no darse y el compromiso de conciencia pasar inadvertido. Esto hace muy difícil, e incluso imposible, reconocerlos.
Puede apreciarse a veces una leve lentitud en las respuestas, o una tendencia a perder el hilo en el discurso o cuando se le pide que lleve a cabo una tarea intelectual.
De modo sutil, en ciertas ocasiones puede observarse cambios de ánimo en la conducta: estados de excitabilidad, irritabilidad, hiperestesia e inquietud.
Roa indica que en los estados leves de embotamiento: “Hay tendencia pasiva al ocio, cierta despreocupación por el ambiente y los sucesos del momento, falta de modulación en las relaciones interpersonales, dificultad para coger lo sustantivo de una historieta o un artículo de periódico, cierta insubstancialidad en la conversación, en la cual se sale del paso con ‘frases hechas’, e incapacidad bastante marcada para simpatizar con los afectos del prójimo (preocupaciones, alegría, tristeza, etc.)”.
- Síntomas precoces y subjetivos. Un peculiar sentimiento de culpa, que no sería neurótico ni depresivo, sino un arrepentimiento iterativo no dialogado sin la culpa moral del depresivo, sin la culpa imprecisa del neurótico; aparece, más bien, como “un puro recriminarse por no pagar cariño por cariño”.
- Premiosidad por el alta, que los sujetos plantean como una urgencia por volver a los trabajos habituales que dejaron pendientes. Sin embargo, en el hospital no ayudan en nada y, dados de alta en esas condiciones, no rinden nada en el trabajo; como dice Roa: “Allí carecen de iniciativa, caen en una ‘cháchara’ trivial o inoportuna, cometen errores y se fatigan y angustian ante la necesidad de perseverar en la jornada”.
- El parpadeo en salva, que a veces surge como única manifestación pesquisable del embotamiento de conciencia.
- Euforia y conformidad alegre con la situación. Suele aparecer en los embotados, pero ya no tan leves sino algo más comprometidos. “Dejados a su arbitrio, los enfermos están serios y circunspectos, en cambio responden al interrogatorio médico con agrado, sonrisas, frotamiento de manos, frases de gratitud por la mejora y todo un conjunto expresivo, de una felicidad recién adquirida”.
- Otras manifestaciones. Roa señala que en obnubilaciones leves surgen también “sentimientos de ofensa, de celos, de desprecio, de abandono, de falta de cariño, centrados en la ingratitud de los otros hacia uno”. En la embriaguez alcohólica se observa nítidamente estas manifestaciones.
c. Otros aspectos que tener en cuenta
- Daño orgánico cerebral. Creemos que es útil tener presente que cualquier compromiso orgánico, implica una disminución del control cortical sobre estructuras meso y troncoencefálicas, lo cual se traduce en la irrupción descontrolada de los sentidos, emociones, afectos e impulsos, como los que hemos señalado. En especial cuando el compromiso de la esfera cognitiva es casi imperceptible, esas señales son de gran ayuda para precisar el diagnóstico.
- Ideas delirantes secundarias. Un signo que debe tenerse presente en los pacientes embotados es la acentuación de la suspicacia y la aparición de ideas deliriosas paranoides. A veces se las confunde con ideas delirantes primarias, en especial cuando el embotamiento no ha sido diagnosticado.
- Conrad, apoyado en los principios de la psicología de la Gestalt, ha planteado que “la atención, la comprensión, etc., alterada del obnubilado, es una consecuencia de la dificultad para hacer surgir la figura del olvido. El paciente no puede elegir el modo de formación figurativa y se convierte en víctima pasiva de fuerzas que le imponen estructuras indeseables (por ejemplo: ilusiones) que cambian y se desvanecen constantemente. El pensamiento conceptual se colapsa y se aglutina con temas incoherentes y fragmentarios”. Conrad compara el estado del paciente obnubilado con el de un individuo absorto en la lectura de un libro, en la representación de una obra teatral o un filme, o en la audición de un concierto; sólo podría volver a sí mediante un esfuerzo que está más allá de sus posibilidades en el estado de obnubilación en que se encuentra.