II.4.1. Psicología de la Conciencia

Jaspers describe lo que él considera que caracteriza a la conciencia, y dice: “Por conciencia entendemos, primeramente, la interioridad real de la vivencia (en oposición a la exterioridad del proceso biológico explorable). En segundo término, la escisión sujeto-objeto (un sujeto que opina es dirigido hacia objetos que percibe, representa y piensa). En tercer lugar, el conocimiento de la conciencia en torno a sí misma (conciencia de sí)”.

Podemos decir, entonces, que la conciencia se define desde estas funciones.

1. La interioridad real de la vivencia, en oposición a la exterioridad

Se refiere a la capacidad de la conciencia de interiorizarnos de nuestro vivenciar íntimo, a un estar familiarizados y cercanos a ese mundo de nuestro acontecer psíquico; implica, por ende, tener una claridad segura respecto de la frontera entre nuestro mundo interno y el mundo externo, entre nuestra conciencia y las otras conciencias, así como sobre la individualidad e inviolabilidad de nuestra conciencia

Esta función de interioridad a la que aludimos es la que permite que un sujeto se dé cuenta de que una fantasía es una vivencia interna, que no corresponde a una realidad objetiva exterior y, por tanto, proviene de su imaginación. Es también la que hace al sujeto darse cuenta de que el mundo externo que percibe no es un sueño, sino absoluta realidad.

Cuando esta función se pierde, se mezclan imaginaciones, sentimientos, percepciones reales e imaginarias, todo en un desorden confuso e ininteligible.

2. La escisión sujeto-objeto

Un sujeto dirige su vivenciar hacia objetos, hacia un mundo externo que percibe y con el que interactúa. Apunta a la capacidad de la conciencia de relacionarse con las cosas, con el mundo tanto interno como externo; registrarlas, percibirlas, sentirlas e incluirlas, a través de sensaciones, percepciones, representaciones y pensamientos.

Esta capacidad de la conciencia de dirigirse hacia el mundo interior o exterior ha sido denominada función de alerta.

3. El conocimiento de la conciencia en torno a sí misma

Se realiza a través de la capacidad de reflexividad de la conciencia. La conciencia se puede detener en el tiempo y tomar conocimiento de sí, esto es, tomar “scientia” de sus procesos y vivencias. Es ésta la función por la que habitualmente más se define la conciencia en los textos, y que tiene relación con el origen etimológico de la palabra, “cum scientia”, darse cuenta y saber de sí mismo.

Visión dinámica de la conciencia

Tratando de entender la conciencia más dinámicamente, diríamos que la conciencia posibilita la llegada de todos los modos del vivenciar: las sensaciones, las representaciones, la afectividad, la psicomotricidad, como también los pensamientos. O más bien, se constituyen vivencias gracias a la conciencia.

Es por esta característica de la conciencia, de ser una condición absolutamente necesaria para que el vivenciar se lleve a cabo, por lo que se la agrupa junto a la memoria, inteligencia, atención y orientación, también condiciones básicas del vivenciar y que conforman lo que se ha designado como instrumentos del vivenciar.