Un Yo dependiente mediatiza su seguridad a través de los otros. Su fuente de gratificación está puesta en los otros y confía en ellos más que en sí mismo. Habitualmente estos pacientes muestran una fuerte necesidad de apoyo y atención por parte de quienes los rodean y su estabilidad depende de estas relaciones, ya que cuando no reciben este afecto, la nutrición, el apoyo y la preocupación por parte de los otros, se descompensan, se angustian y deprimen. En este caso, el polo independencia está absolutamente negado y aplastado por el predominio de la dependencia. Sin embargo, no es que el sentido de independencia no exista; lo que sucede es que está negado y desplazado. De ahí que el dependiente sienta fuertes accesos de odio hacia aquellos de quienes depende, ya que ellos le privarían de su independencia y libertad naturales, presentes en su interioridad.

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