Un Yo sano es capaz de responder a las demandas del medio ambiente y la necesidades del mundo interno, fluctuando entre el polo activo-pasivo en forma flexible.
a. Actividad
Un Yo sano es capaz de responder en las situaciones que requieren de él una actitud activa, alerta y vigilante. Puede llevar a cabo sus labores con persistencia y decisión, con el fin de alcanzar sus logros, orientando la conducta hacia ciertas metas. Todo esto implica elaborar planes, estrategias, y elegir la mejor alternativa entre las múltiples opciones que se le presentan o que él crea, como también superar los obstáculos que surgen en el camino. Aunque los propósitos, las metas y los objetivos pueden ser diversos, lo que hay de común en esta actitud yoica es el intento de controlar las circunstancias y el medio ambiente, en una forma activa que podríamos denominar de gobierno.
b. Pasividad
El Yo sano puede adquirir una actitud pasiva, sea que las circunstancias provengan de sus necesidades internas o de las demandas del medio ambiente. En esta actitud pasiva, los intentos manipulativos son mínimos y se deja llevar por las circunstancias. Es lo opuesto a la actitud de gobierno, y podríamos denominarla actitud de aherrojamiento. En tal modalidad el Yo no se plantea metas ni objetivos. El dejarse llevar por la circunstancia pasa a ser una motivación. El objetivo está en el momento mismo, en el aquí y ahora, y la temporalidad queda postergada. Asistimos en ese momento a un Yo pasivo, sin deseo de gobierno, en actitud de entrega.